FINANCIAL COMMANDMENTS
A primera vista, la palabra finanzas sugiere algo propio de poderosos capitales, o del intricado universo de la banca, o de la compleja actividad bursátil. No. No es cierto. Es más, se trata de algo tan cotidiano como es la adquisición de dinero, recursos o capital por parte de personas y empresas.
Esto es a simple vista, pero cuando se profundiza la mirada en la manera como se consiguen los recursos, como se gastan e invierten, las finanzas son, sin duda, una rama principal de la ciencia económica. Porque de lo que se trata es de optimizar los recursos materiales de las empresas y las personas. Las finanzas tratan, por lo tanto, de los medios y el momento coyuntural preciso para conseguir capital, de sus usos y de los retornos que obtiene un inversionista.
Desde luego, para esto último no existen inconmovibles reglas matemáticas. Incluso hay analistas que señalan que la correlación hombre-dinero es un arte y como tal se inicia en ideas o conceptos que, en este caso, conducen a dilucidar con éxito cualquier norma técnica que se atraviese. Por esto es que el buen manejo de las finanzas tiene que ver con el análisis de los mercados de dinero y capitales, con el conocimiento de las entidades que intervienen en ellos, las políticas de captación de recursos y de distribución de resultados de los agentes económicos, el conocimiento del valor del dinero en determinados momentos.
Sin embargo, hay que tener algo muy claro: la esencia de las finanzas es orientarnos sobre cómo lograr un resultado positivo entre recursos y necesidades. Y para esto no se requiere que todos debamos tener conocimientos profundos sobre manejo de la economía (doméstica, personal, empresarial y hasta nacional). Es más, para eso existen expertos y entidades especializadas.
Lo que sí debemos todos conocer es que existen unos postulados o premisas que sirven de plataforma, una matriz que nos despeje con facilidad el aparente enrevesado mundo financiero. Citemos por el momento tres:
- Primera: el dinero vale más hoy que mañana. ¿Por qué? Entre otras muchas causas, porque la capacidad adquisitiva del dinero se deteriora con el paso del tiempo. ¿Y cómo se enfrenta? De varias maneras. Una de ellas es invirtiendo, porque cuando se toma esta decisión es porque reporta beneficios. En este caso, se valoriza nuestro dinero a medida que los días transcurren.
- Segunda: el mercado determina el precio de las cosas. Sin embargo, si se tiene buena información acerca de un determinado mercado, podemos dirigirnos por donde debe ser. Lo anterior significa conocer quién paga mejor lo que tenemos o lo que producimos y dónde conseguimos más barato lo que requerimos para producir.
- Tercera: nada es gratis. Alguien ya pagó (o pagará) lo que se recibe regalado. Esta premisa tiene su consecuencia: como nada es gratis, si te dan algo gratis o por debajo de su valor, aprovéchalo. Y como nada es gratis, porque todo requiere de un esfuerzo, entonces hay que exigir una retribución por todo lo que uno haga. Y ojalá esa retribución esté por encima del esfuerzo realizado.
En este mismo sentido, el esfuerzo para el éxito financiero tiene costo, aunque no se cancela en ningún sitio. Es propio del ser humano. Para lograr ese éxito se requiere revestirse de una conducta férrea, que no se doblegue y que se ajuste, desde luego, a principios éticos. Así mismo, hay que tener continuidad en nuestros propósitos y solo dejarlos cuando las contingencias, ajenas a una planificación bien estructurada, nos adviertan sobre su inminente fracaso.
Pero, ¿cómo se logra una planificación bien estructurada? La respuesta es simple: asesorándose muy bien. De todas maneras, cualquiera de nosotros puede partir de una base propia, cuyos pilares son muchos. Pero consideremos estas reglas básicas para guiarnos, algunos mandamientos financieros fundamentales:
- El endeudamiento tiene un tope: no más de lo necesario.
- A más riesgo financiero, más rendimientos. En este punto es imprescindible el asesoramiento.
- Hay que enfocarse en la solución y no en el problema. Ten presente: hagas lo que hagas siempre tendrás algunas dificultades en el camino.
- Considera al dinero como algo parecido a un esclavo. Y por eso ponlo a trabajar para ti. Cuanto más trabaje el dinero para ti, menos tendrás que trabajar tú.
- Cultiva la pasión por ahorrar. No hay que olvidar que cuanto antes se ahorre más se tendrá, ya que el dinero guardado en la entidad financiera adecuada genera rentabilidad. Desde luego, ahorrar no es sinónimo de llegar a extremos que conduzcan a una vida miserable.
- No inviertas si no entiendes. Evita dejarte deslumbrar por propuestas hechas con lenguaje exagerado o rimbombante; más bien, huye de ellas. En este caso, la sencillez es rectitud. Un buen asesor financiero te explicará, en palabras sencillas, cómo puedes invertir tu dinero.
Por último, tengamos todas las veces presente esta sentencia del empresario y conferencista Robert Kiyosaki: “no te hace rico el dinero, sino la inteligencia con la que manejes el dinero”.